lunes, 4 de febrero de 2013

Investigación midió por primera vez población de pumas en zona central


[Inédito estudio] Censo en cordillera de la Sexta Región registró seis ejemplares. Sentenciados a muerte por agricultores, estudio concluyó que depredación del ganado está sobreestimada.


El puma tiene una plasticidad ecológica y conductual impresionante, asegura Nicolás Guarda, investigador del laboratorio Fauna Australis, de la Facultad de Agronomía y Forestal de la U. Católica. El experto alude a que se trata de una de las especies más extendidas del continente, desde Canadá hasta Magallanes. En más de 14.000 km de latitud, habita bosques, desiertos, altiplano, selva amazónica, Patagonia, incluyendo ambientes mediterráneos de Chile central.


Pese a esta flexibilidad geográfica, no es fácil censar la especie, pues está relegada a lugares remotos, habita en baja densidad, se desplaza grandes distancias, es de hábito nocturno y evita al hombre.


Sin embargo, en 2012, el experto realizó la primera estimación de abundancia de pumas en Chile central, investigación realizada en más de 600 km2, que incluyó la Reserva Nacional Río Los Cipreses y zonas aledañas. El trabajo es fruto del marco de colaboración entre Conaf y la U. Católica y fue financiado por la empresa Pacific Hydro Chile. “Estudiar al puma es difícil. Sabemos muy poco de la especie en el país y hay muy poca literatura científica al respecto”, dice.


La investigación, que usó 18 cámaras trampa ubicadas en lugares en que funcionarios de Conaf habían detectado como zonas de tránsito del animal, arrojó una densidad de 0,63 pumas por 100 km2. Se trata de una densidad en el espectro inferior reportado para la especie, que va desde 0,4 hasta seis individuos cada 100 km2. “Pero es difícil saber si se debe a la perturbación humana o por un ambiente menos productivo (menor disponibilidad de alimento)”, señala.


El experto detectó cuatro ejemplares: dos machos y dos hembras. “Una de las hembras tenía al menos dos crías, las que no necesariamente van a sobrevivir y, si lo hicieran, podrían no establecerse en la zona”. Esto, porque un puma joven puede desplazarse hasta 800 km antes de establecer su territorio.


Además de estimar el número de pumas, el estudio buscaba determinar sus hábitos para corroborar si el animal es un gran depredador de ganado. Pequeños agricultores locales lo responsabilizan de la declinación de ovinos y crías de equino. Según Guarda, si bien observó casos de depredación, “también encontramos animales muertos por otras causas, como ataques de perros, enfermedades y accidentes”.


De hecho, el estudio arrojó que el puma se alimenta principalmente de liebres y conejos, consideradas plaga. Tres liebres o cinco conejos comen lo mismo que una oveja. “Si bien el puma depreda ganado, los productores parecen sobreestimar su magnitud”, dice Guarda, que añade que la depredación percibida no siempre coincide con la real, sobre todo en zonas extensas donde es difícil saber de qué murió cada animal.


“Hoy en día, los pequeños ganaderos están cargando con ciertos costos de conservación de la especie y, probablemente, son los que menos importancia le atribuyen a su conservación”. Por eso, pide buscar alternativas para transferir estos costos a las personas que sí valoran la especie. Por lo mismo, sugiere hacer campañas de sensibi- lización y generar un turismo sustentable en torno al animal.


El experto dice que los ganaderos no perciben nada positivo de la existencia del puma y por lo mismo, no están interesados en evitar su extinción. En la actualidad, el puma está catalogado como especie Cercano a Amenaza. Pero muchos consideran que en el norte y centro de Chile hay poblaciones extintas o severamente reducidas.


Guarda está iniciando una segunda etapa investigativa, con el fin de profundizar sus conclusiones ampliando la zona de estudio, “para generar información más precisa” y así mejorar la preservación del puma.

Fuente: La Tercera

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